martes, 29 de mayo de 2012

'La Dalia Negra', de James Ellroy: retrato de una obsesión

Aunque en el título hablo de una obsesión, en singular, en realidad son varias las que se retratan en esta novela, propias de diferentes personajes y relacionadas todas ellas, de una u otra forma, con la figura de Elizabeth Short, recordada para la posteridad con el apodo de La Dalia Negra. No obstante, la principal de estas obsesiones es la de Dwight "Bucky" Bleichert, narrador y protagonista de esta estremecedora historia.

James Ellroy se basa en un asesinato real cometido en Los Ángeles en 1947 que jamás se llegó a resolver. Elizabeth Short apareció muerta en un descampado, terriblemente mutilada, un suceso que incrementó el pavor de sus conciudadanos y nutrió durante meses las páginas de los diarios más amarillos de la ciudad.

Ellroy repite así su gusto por ahondar en la crónica más negra de Los Ángeles para combinar realidad y ficción de una forma asombrosa, producto de una concienzuda documentación. El estudio previo no se limita a los hechos relacionados con el caso de la Dalia Negra, sino que también ofrece un interesante reflejo de cómo se llevaba a cabo una investigación policial, desde la recogida de las primeras pruebas hasta la búsqueda de los sospechosos, pasando por los innumerables interrogatorios puerta a puerta, el reparto de tareas en la comisaría central, etc.


Y como toda investigación policial, la novela también tiene momentos en que avanza con pasos de gigante y otros en los que se estanca temporalmente. El arranque, en donde se cuenta la faceta boxeadora de los dos personajes principales, es un ejemplo de ello pues termina haciéndose un poco largo. Por suerte, el ritmo crece progresivamente y solo decae en momentos puntuales.

'La Dalia Negra' es una lectura recomendable, en primer lugar, por sus personajes: complejos, imprevisibles... es decir, muy humanos. En segundo lugar por el sórdido retrato de la ciudad y, sobre todo, de la mente humana. El tramo final de la obra es, cuanto menos, espeluznante. Y en tercer lugar, por conocer a Elizabeth Short, que sin duda seguirá flotando por vuestros pensamientos días después de haber cerrado el libro.

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