viernes, 13 de enero de 2012

'Los perros de Riga', de Henning Mankell: un detective en un mundo que no comprende


Kurt Wallander es uno de los detectives más desgraciaditos de la novela negra actual, si no el que más. A su tormentosa vida familiar (un agrio divorcio, una hija distante y con amagos suicidas...) hay que sumar la crudeza y la sordidez de las investigaciones criminales en las que se ve envuelto, y las terribles penurias que sufre para resolverlas. Y no es que los demás detectives del universo noir cierren sus casos sin despeinarse, pero con Wallander tienes la sensación de sentir en tus propias carnes todo lo que le sucede.

Lo curioso es que, tratándose de un inspector de policía en una pequeña ciudad sueca, Ystad, se podría pensar que sus mayores preocupaciones laborales serían interceder en alguna trifulca de borrachos o encontrar al gato de la vecina. Pero nada más lejos... Tras los salvajes asesinatos narrados en 'Asesinos sin rostro', primera entrega de la saga, lo que encontramos en 'Los perros de Riga' es aún más inquietante y desolador.

Todo comienza con la aparición en la costa de un bote encallado. En él se encuentran los cadáveres de dos hombres jóvenes, vestidos de forma elegante con traje y corbata. El hilo de la investigación pronto llevará a Wallander y su equipo a seguir una pista que trasciende las fronteras suecas, centrando a la capital letona, Riga, en el visor.


Tras este intrigante comienzo, empiezan a desarrollarse nuevos acontecimientos y enigmas que dan forma a una trama compleja y bien estructurada. Y en medio de todo eso, como no podía ser de otro modo, veremos cómo Wallander se las ve y se las desea para salvar el pellejo en más de una ocasión. Y mientras los lectores, impotentes, no podemos más que estremecernos y desear que lo consiga.

Henning Mankell, por su parte, aprovecha las peripecias de su criatura para cumplir su verdadera función como escritor: destripar la sociedad sueca (y en este caso, también la de Europa del Este) para hacer visibles sus puntos más oscuros y denunciar la violencia, la corrupción, las intrigas y las injusticias que pululan por nuestro tiempo.

Al igual que el resto de la serie Wallander, 'Los perros de Riga' se devora. Pero ojo, es un plato fuerte y hay que dejar reposar sus reflexiones en la cabeza para digerirlo bien.

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